Cuando las etapas no se pueden superar surgen
diversos mecanismos de defensa como la regresión y fijación:
Regresión
Según Sigmund Freud,
considerado el fundador del psicoanálisis, la regresión es un mecanismo de
defensa que consiste en el retroceso del yo a un estadio anterior del
desarrollo. Este proceso se daría en respuesta a pensamientos o impulsos
inaceptables que la persona no puede afrontar de modo adaptativo, y podría ser
transitorio o crónico.
Freud afirmó que, a lo largo del desarrollo psicosexual, las personas
jóvenes corren el riesgo de quedar psicológicamente ancladas en uno de los
estadios, sin lograr avanzar de forma completa a través de los posteriores.
Esto se conoce como “fijación”, y cuanto más intensa sea mayor será también el
riesgo de reaccionar al estrés psicosocial con una regresión.
En los planteamientos psicoanalíticos originales la regresión en la
adultez se presenta como íntimamente asociada a la neurosis. Posteriormente se
ha propuesto que este cambio no siempre es patológico o negativo, sino
que en ocasiones las regresiones transitorias podrían ser beneficiosas
para la superación del malestar o el fomento de la creatividad.
Una característica muy destacable de este fenómeno es la aparición
de comportamientos y actitudes típicamente infantiles. Sin embargo, en función
de los estadios psicosexuales en que se produjera una fijación
aparecerán unas conductas regresivas u otras; por ejemplo, Freud consideraba
que morderse las uñas y fumar son signos de fijación en la fase oral.
La
regresión oral también se manifestaría en conductas relacionadas con la
ingesta y con el habla. Por contra, la fijación en la etapa anal podría llevar
a una tendencia compulsiva al orden o al desorden, a la acumulación y a la
tacañería extrema, mientras que la histeria de conversión sería característica
de la regresión al periodo fálico.
Aunque
puede presentarse en la edad adulta, la regresión es más común en la infancia.
Serían ejemplos de regresión que una niña empiece a orinarse en la cama tras el
nacimiento de su hermano pequeño o que un preadolescente llore cada vez que sus
compañeros de clase se burlan de él.
Fijación
Por
fijación se entiende la detención de una cantidad de libido en ciertas zonas
erógenas, fases de desarrollo, objetos, condiciones o formas de satisfacción
experimentadas en el pasado, que no permiten a la parte fijada de la pulsión el
posterior desarrollo. Las condiciones de la fijación son, para Freud, de dos
tipos: hechos históricos específicos, como un trauma o la influencia de la
constelación familiar, o bien la incapacidad del sujeto de abandonar una fase libidinal
en la que encontró satisfacción, “no confiando en la posibilidad de encontrar
un sustituto satisfactorio en una posición libidinal nueva”.
Tipos
de fijación, Freud distingue:
1] la fijación de una pulsión parcial que en
el desarrollo de la libido no se subordina a la organización genital de
la sexualidad, sino que continúa buscando satisfacciones independientes, como
en el caso de las perversiones, en las cuales la pulsión no busca su
satisfacción en el coito;
2]
la fijación a una fase de la sexualidad pregenital, por lo que una parte
de la libido no logra desarrollarse y queda fijada en la fase oral, anal o fálica.
3]
la fijación al objeto, por lo que por ejemplo una niña puede quedar fijada a la
madre, en cuanto objeto preedípico, sin lograr establecer con el padre una
relación edípica positiva.
4]
la fijación a una experiencia traumática que después se manifiesta en las
neurosis traumáticas ( trauma).
En
la Etapa Fálica se produce el complejo de Edipo y Electra que al no ser
superadas correctamente le produce problemas cuando es adulto.
Existen
dos tipos de Complejo de Edipo; el complejo positivo sería el clásico en el que
el varón se siente atraído por su madre y repelido por su padre y el complejo
negativo en el que sucede al contrario.
A
pesar de que hay fuertes críticas con respecto a las teorías freudianas, lo
cierto es que las consecuencias del complejo de Edipo persistente pueden
generar graves consecuencias en el desarrollo emocional del futuro adulto. La
mala resolución conlleva algunas consecuencias:
·
No relaciona sexo y amor:
La ternura le es ajena al sexo.
·
Promiscuidad: A menudo,
las personas que no han resuelto su complejo son incapaces de mantener una
relación por temor a la intimidad.
·
Idealización: El amor
se idealiza llegando a enamorarse platónicamente para no afrontar una verdadera
relación de pareja.
Un complejo de Electra no resuelto puede
llevar a la futura mujer adulta a la incapacidad de enamorarse y de tener
intimidad con otra persona.
Lo más probable es que un complejo de
Electra no resuelto lleve a la adulta a buscar relaciones con personas que
se ajusten a la personalidad del padre. El gran problema aparece cuando estos
rasgos de personalidad no se ajustan a las necesidades afectivas y emocionales
de la mujer ya que, por una parte, tiene idealizada la figura del padre y, por
otra, es una persona adulta con un carácter y personalidad propios que no
tienen por qué ser compatibles con los rasgos de su progenitor.
Esto le puede llevar a “buscar a su
padre” en cada relación que tenga, independientemente de si esto es
positivo para ella o no.